Andaba el niño tonto por el campo recogiendo florecillas cuando oyó voces en el bosque, a pesar de ser tonto se dio cuenta de que sonaba a pelea y como no gustaba de esas cosas se alejó para no enterarse de nada.
Cuando ya estaba a punto de cruzar el puente sobre el rio alguien le llamó,
-Oye niño, ven aquí.
-Es que yo, sabe usted, soy tonto y no entiendo la mitad de lo que me dicen (y la otra mitad no me interesa pensó para sí)
-No importa, tú ven aquí y ponte en medio.
Como era tonto se acercó al grupo y se puso donde le habían dicho.
Enseguida empezaron otra vez las voces y los gritos, le pareció entender que se culpaban mutuamente de algo, pero como era tonto no acababa de saber de qué iba la cosa.
En varias ocasiones alguno de los participantes se dirigía a él y le decía cosas como: “oye niño dile a ese que…” pero para cuando él entendía lo que le decían ya estaban otra vez gritándose unos a otros.
Pasó un buen rato así girando la cabeza a derecha y a izquierda siguiendo las voces que venían de un lado u otro, al cabo parecieron tranquilizarse y se fueron todos juntos habiendo resuelto sus disputas, al pasar junto a él alguno le dio las gracias por hacer de mediador, cosa que el niño no tenía ni idea de lo que significaba.
Pasaron varios días y el niño volvió a recoger flores en el mismo sitio que semanas atrás y de nuevo oyó voces y a pesar de la tontería que impregnaba su vida supo que tenía que irse enseguida, pero de nuevo le atraparon antes de llegar al puente.
Otra vez se repitió la escena, esta vez había más gente y una de las muchachas gritaba más que las otras y otra vez volvieron pedirle “dile a ese que…” pero para cuando él abría la boca ya estaban en otra cosa, otra vez hablaban entre ellos manteniéndose a derecha e izquierda del niño y otra vez pasado un rato se fueron pero esta vez cada uno por su lado.
Brincando por el prado y viendo como cambiaban de forma las nubes pasaron semanas tranquilas para el niño tonto hasta que un día volvía a su casa y vio a varias personas con cara enfurruñada, se mantuvo a distancia y escuchó lo que decían porque era tonto pero no sordo.
- Es que el niño ese dijo que…
- Sí, sí que él no sabía que yo lo escuchaba y oí que decía….
- Nos fuimos y se quedó allí y habló con….
- Además ¿quién le ha dado vela en este entierro?....
- Porque yo le dije que dijera lo que me habían dicho que decían que se comentaba…
- Y dijo otra cosa ¿no?
- Bueno no sé pero algo dijo…
El niño tonto, fue retrocediendo pasito a pasito dejando que aquellas personas siguieran con sus disquisiciones.
Cuando por fin se marcharon cada uno por su lado volvió a su casa y como pudo, porque no lo entendía demasiado bien, explicó a su madre lo que había pasado, y su madre le quitó importancia diciéndole que eso eran Dimidiretes, cosas de mayores y que no era necesario que lo entendiera que lo mejor era olvidarlo, cosa que hizo al instante el niño tonto.
Moraleja: No te metas en peleas ajenas que algún puñetazo se escapa y te rompen la boca sin comerlo ni beberlo.