Pues a lo mejor no lo sabéis pero en este mundo hay personas y hay carcasas, es decir gente que parece normal pero que solo son la apariencia, cuando buscas algo te encuentras que sólo son eso la carcasa.
He tenido la suerte o la desgracia de conocer a muchos tipos de personas y a lo largo del camino muchos de ellos han resultado ser carcasas.
Recuerdo por ejemplo un noviete que tuve que se movía en círculos Vip y que era muy perseguido por las féminas que pretendían vivir de su aspecto, o sea ser modelos o cosa parecida, yo no lo era, ni nunca lo he pretendido pero en ese momento de mi vida trabajaba en la misma empresa que el muchacho éste (que de muchacho tenía poco porque era un hombre de cierta edad). Hay que reconocerle que era guapo, morenote y de buena planta en general y además simpático, sumado a todo esto hay que decir que tenía gustos caros y podía permitirse pagarlos y compartirlos con la pareja de turno que este caso era yo.
Yo era bastante novata en esto del ligoteo y me encandiló que un hombre tan deseado se fijara en una triste secretaria de redacción como yo, no es que me dé de menos, al contrario, era lo que se llama una mujer de bandera, ahora que ya no lo soy puedo decirlo sin falsa modestia.
No se retuvo en ningún momento en mostrar su interés por mí regalándome flores exóticas y bombones rellenos de cosas deliciosas, mis compañeras de trabajo ardían de envidia pero a mí eso me resbalaba, sólo tenía ojos para él y su encantadora sonrisa.
Es caso es que a no mucho tardar tuvimos lo que se llama encuentros románticos. Los mejores hoteles, los mini bares llenos de cava y caviar, en fin lujos a tutiplén y ahí es dónde descubrí que era pura carcasa.
Cuando se paseaba en cueros por la habitación no perdía ocasión de mirarse en cualquier superficie que reflejara su insigne porte, hablaba conmigo pero sin dejar de mirar su cautivador reflejo y lo peor de todo eran los monólogos que mantenía con su hermano pequeño (o sea el pene)
Allí estaba yo una mujer de bandera en pelotilla picá viendo como el hermoso doncel hablaba con su chorra,
-¿hoy nos hemos portado bien ¿eh amiga?, dile a la señorita que estás contenta y que repetirás la experiencia, no seas mala no agaches la cabecita aún, mira que la señorita tiene ganas de volver a encerrarte en su garaje, jajaja
Esas eran algunas de las interesantes conversaciones que mantenía con el tan aclamado miembro viril. (Aclaro que todo esto lo hacía hablando con voz infantiloide, agarrándola con una mano y apuntándola con el índice de la otra)
Incluso una vez quiso integrarme en ese diálogo pa besugos sugiriéndome que alabara la belleza, la textura, el color y la curvatura tipo Torre de Pisa que mantenía su “amiga” cuando estaba firme, estuve a punto de preguntarle si ya tenía matrícula reservada para ella en algún colegio de postín, en lugar de eso me metí entre pecho y espalda todo el caviar del mini bar porque intuía que pocas ocasiones más en la vida tendría y esa había que aprovecharla.
La cosa no pasó de 2 o 3 monólogos, porque novata era pero idiota no y por muy bueno que estuviera él y su caviar, hay cosas que ni entonces ni ahora soy capaz ni de entender ni de aguantar.
Esa es una pequeña muestra de una “persona carcasa”, pero hay muchas más y de diferentes variedades que si el tiempo y mi memoria no lo impiden ya enumeraré.