RITO Y BRILLA O LA IMAGINACION DE LOS HERMANOS BOBOS


Estaban un día ambos bobines en el rio intentando pescar.

El cuco reposaba en una hoja tumbado boca arriba fumándose uno de sus inacabables mini cigarritos.

El niño tonto no era partidario de ensartar a un pobre gusano en el anzuelo, le parecía injusto torturar a un animalillo sólo para atrapar a otro, pero la mamá sabia esperaba que le llevara algún pez y cocinarlo para toda la familia, de manera que usaba migas de pan o cachitos de queso que la verdad daban muy mal resultado.

Por el rabillo del ojo vio a su hermana charlando con alguien pero no había nadie más a la vista.

Clavó la caña en el suelo y se acercó a la niña con curiosidad. Estaba ella sentada con las piernas cruzadas y charlaba animadamente con una culebrilla. Se asustó un poco pensando si sería venenosa pero el cuco rápidamente le tranquilizó:

-Tranqui tronco es inofensiva.

-Mira hermanito, dice la culebrilla que nos puede ayudar a pescar un buen pez para que mamá lo cocine sabroso sabroso.

El niño se agachó y escuchó atentamente al ofidio
.
-Mira esta cola, ¿la ves? -y movía la colita rápidamente- pues con esto les atraigo, son tan tontos, mejorando lo presente, que creen que es un gusano y abren su bocaza y se enganchan ellos solitos en el anzuelo.

-¿Y si te comen? -preguntó preocupada la nena.

-¡Uy! Que va, no sufras por eso soy muy rápida y además puedo perder la puntita de la cola si la cosa se pone fea, me crece otra vez y listo.

-¡Qué bien! ¿Ves hermanito? Podremos pescar un pez muuuuuuy grande.

-¡Alto ahí! Yo os ayudo pero con una condición.

-Ya decía yo, a ver, ¿qué quieres? –preguntó el niño tonto.

-Que seáis mis amigos y me llevéis con vosotros como al cuco.

-Ah ¿sólo eso? Claro que sí.

-Y otra cosa más, que me pongáis un nombre.

-Eh, Eh para el carro- gritó el cuco y se incorporó de un salto- de eso yo también quiero uno que ya está bien de llamarme Sr. Cuco o cuquito o cosas de esas, quiero un nombre.

Vaya problemón se les presentaba a los hermanos, la imaginación no era una sus mayores virtudes.

Mientras pescaba y la culebrilla hacía su trabajo llenando la cesta de gordos pescados, el niño rumiaba intensamente y la niña intentaba concentrarse sin  conseguirlo ya que las mariposas la distraían constantemente.

Empezaba a ponerse el sol y tenían que volver a casa sin haber encontrado nombres adecuados para sus amigos.

-Oye pajarito, échame una mano, no se me ocurre nada.

-No puedo ponerme nombre a mí mismo, compréndelo.

-¡Ven rito! -Gritó la niña llamando al cuco- verás que simpática es esta mariposa.

-¿Cómo le has llamado?

-¿Yo? No le he llamado de ninguna manera especial, es que es muy largo llamarle pajarito.

-¡Ya está!- gritó el niño- tengo nombre para los dos. Desde hoy el pajarito será Rito y la culebrilla Brilla.

-Viva la imaginación- murmuró el cuco por lo bajinis.

Y así adquirieron nombre propio ambas mascotas, aunque los hermanos siguen siendo tontos sin nombre.