Hago una declaración de principios: no me gustan las mariposas.
¿Cómo es posible? ¡Qué raro! ¡Si son preciosas!, ¿qué traumas infantiles tendrá ésta para que no le gusten las mariposas? Todas éstas preguntas y muchas más ya me las han hecho antes y tengo respuesta a todas, pero vayamos por partes.
Voy yo y os digo: Imaginad un enorme gusano con patas de araña, ojos de mosca y trompa de elefante en miniatura, pero eso si toda esta rara mezcolanza adornada con unas preciosas alas de colorines ¿Qué coño de animal es este? Pues muy sencillo una mariposa.
Yo cuando era chiquitina adoraba a las mariposas, las perseguía sin conseguir nunca atraparlas con la idea de acariciar sus preciosas alas y ver de cerca esa maravilla de la naturaleza, hasta que me primo (simpático él) echó por tierra esa adoración atrapando una y poniéndola sobre la palma de mi mano.


Antes me daba mucha penita cuando veía colecciones de mariposas todas ellas atravesadas por enormes alfileres con la única idea de mostrar sus bonitas alas, ahora no es que me alegre de ello pero no siento tanta pena, lo que pienso es que podrían encontrar la manera de mostrar las alas sin necesidad de mostrar también esos cuerpos gordezuelos y gusanescos que estropean la belleza de las alas. ¿A qué malvado dios se le ocurrió pegar alas a un gusano?
O sea que me reafirmo: no me gustan las mariposas, si a sus alas, no al resto del cuerpo a ver cómo se come eso.