EL REGRESO DEL GRAN DESEMPAQUETADOR



Pasaron días, incluso semanas y los tabaquistas decidieron elevar un muro en honor de su añorado Maestro, ya que en la catedral no cabían más cirios ni pascuales ni de los otros.
Lo llamaron Facemuro y se asemejaba a un muro de los lamentos, allí se reunían los apenados huérfanos, escribían en papelitos deseos, sueños y esperanzas y allí los pegaban rogando, siempre rogando por el regreso del Gran Desempaquetador.
Otros decidieron instalar una gran pancarta en otra calle de la villa y pusieron un gran cartel que rezaba ESTAMOS CON EL GRAN DESEMPAQUETADOR.
Unos y otros recibían miles de visitas pero algo terrible se cernía sobre el claro cielo de la villa, fuerzas destructoras acechaban en las colinas próximas y un funesto día apareció en la pancarta un mensaje de un ¡detractor!, los responsables de la pancarta pidieron calma y aclararon a los habitantes que todo el mundo tenía derecho a opinar. En mala hora se hizo esta proclama, ¡Nunca se había vivido una explosión tan grande de enemigos del Maestro!
El Facemuro conservaba su virginidad y sólo recibía mensajes de amor, paz y armonía pero la pancarta ¡Oh la pancarta! La pancarta se llenó de ofensas contra ÉL. Gentes de la villa e incluso de villas cercanas despotricaban y le acusaban de horribles pecados, finalmente y a la vista de que no entendía qué estaba pasando (o quizás si) la promotora de la idea se retiró a su casa, en enfundó entre las sábanas y nunca más se supo de ella.
Pero entre las nubes ominosas unos esplendorosos rayos de luz estaban por aparecer en forma de un zagal de largos bigotes que apareció e hizo una propuesta que inmediatamente todos aplaudieron.
Os ofrezco mi mansión para que juntos nos reconfortemos recordando al Gran Maestro –dijo- la llamaremos Por y para el Maestro.
Y sin más discusión allá que se fueron todos, conversaban entre ellos, recordaban los grandes momentos de alegría que juntos habían vivido en el espacio de EL, EL GRANDE, EL ÚNICO E INIMITABLE GRAN DESEMPAQUETADOR.
Aunque hay que decir que ninguno de ellos había dejado su adicción y en ausencia del Suministrador Oficial, recurrían a cuantas sucursales autorizadas o no ofrecieran remedio a su irrefrenable ansiedad tabaquista.
Y así el Zagal Bigotudo tomó el relevo del Gran Desempaquetador, convirtiéndose en El Alumno Oficial.
Su mansión a la que se accedía atravesando un gran portal, se llenó de gentes que, sin olvidarle a EL, creyeron oportuno alzar un altar dedicado al Zagal en el cual encendían lamparillas de aceite y al poco lamían las botas del Zagal, y colgaban rezos rogando a los dioses por la salud del Joven Aprendiz, pero ¡Ah! Los dioses son caprichosos y les tenían reservadas grandes nuevas.
¡Un grandioso día EL GRAN DESEMPAQUETADOR, hizo su aparición en la mansión del Zagal Bigotudo!
Hubo desvanecimientos, lágrimas incontenibles, alborozo general y por fin EL depositó un paquete desempaquetado por su propias manos.
-Habéis sido fieles seguidores, por ello aquí os dejo esto que he preparado sólo para vosotros, seguiré por aquí, os dejaré algún regalo cuando las fuerzas me lo permitan, mientras tanto disfrutad de esta mansión que ya considero como propia, dicho lo cual se embozó en su capa y se sentó en un rincón contemplando su obra.
El Zagal no cabía en sí de gozo, su mansión había sido la elegida para el gran retorno, el honor que le había hecho el Maestro no tenía parangón.
Malas lenguas hablaron de que no sólo la mansión del Zagal había recibido tan aclamada visita pero eran falsos rumores avivados por la envidia que les corroía.
Pero ya hemos dicho que los dioses son caprichosos y a veces crueles y los habitantes de la villa no eran más que figuras en un tablero con las que jugaban y decidieron que EL GRAN DESEMPAQUETADOR debía volcar más conocimientos en el Joven Aprendiz, y así lo hizo.
La imponente figura del Maestro se acercó al Zagal y con la autoridad que le proporcionaba su larga y reconocida trayectoria le habló al oído: Esto no es así, aquí debes hacer esto, no puedes dejar que este paquete salga con estos errores, etc. etc. El cataclismo estaba en marcha mientras los dioses reían a carcajadas.
El Zagal al que todo el mundo calificaba de humilde e incluso santo no entendió el mensaje o tal vez no supo o no quiso, (hay quien dice que lo entendió perfectamente bien y de ahí lo que ocurrió a continuación) el hecho es que salió despavorido y a grandes voces informó a las multitudes de lo que El Maestro había deslizado en privado en sus oídos, y dijo que estaba ofendido, que no merecía este trato, que su casa ya no era la casa del maestro (así con minúsculas) y que desde ese momento para entrar en su mansión sería preciso disponer de una  contraseña y así furibundo echó el cerrojo al portal que daba acceso a la mansión.
La que había sido La casa del Maestro se convirtió en La Casa del Zagal Bigotudo y ahí sigue rodeado de sus leales empaquetando y desempaquetando, poniendo su propio copyright e intentando olvidar el dolor que su corazón almacena.
Tiempo ha de esta triste historia, muchas otras cosas pasaron, la villa quedó definitivamente dividida en varias facciones, se habló de robos, de falsificaciones del copyright, de espionaje, de infiltraciones hostiles de unos en casa de otros, de suplantaciones perversas todo ello como consecuencia de la gran avidez de los tabaquistas y del deseo de  los Desempaquetadores de ser el Primero en ofrecer sus productos.
La sabiduría de antaño dice que en el devenir del futuro otras noticias llegarán de la villa y como Cronista Oficial de la Villa y Corte Virtual estaré honrada de contaros cuanto acontezca