Primero fueron las bragas y ahora la inspiración, no era tan consistente ni estaba tan presente como las primeras, pero estaba por ahí, y de vez en cuando se arremolinaba a mi alrededor y me susurraba alguna cosilla al oído. Es muy libre, iba y venía cuando le daba la gana, pero siempre fue bien recibida así que no entiendo el porqué de esta prolongada ausencia.
Cuando andaba cerca miraba el teclado y veía palabras que se entrelazaban unas con otras y acababan formando frases que al final se convertían en páginas escritas con un cierto argumento, hoy por hoy miro el teclado y curiosamente veo letras y números y signos que en realidad no que qué repuñetas significan como éste | por ejemplo ¿para qué sirve una línea vertical en medio de un escrito? Nunca hasta ahora me lo había planteado porque ni me había fijado que estaba en el teclado o este¬ ¿qué es eso? ¿Un signo aritmético o una colilla colgando de una boca de gesto adusto? Hay muchos más signos de este tipo de los cuales desconozco la utilidad pero lo curioso es que hasta que mi diminuta inspiración ha desaparecido no los he visto.
Sinceramente nunca creí que una cosa de tan reducido volumen me dejara un vacío tan grande. Me pregunto en qué oídos está vertiendo susurros, quién está usando MI inspiración, ¿existen los ladrones de inspiración? Tengo entendido que está unida de por vida a la persona con la que nacen pero también creía eso de mis bragas y ha resultado que tienen vida propia y se han largado a guarrindonguear por ahí, o sea que tal vez la inspiración llega a la mayoría de edad y toma las de Villadiego, ¡qué sé yo!
Otra cosa que me tiene intrigada es que al parecer hay gente que echa en falta las bobadas que aquí dejo escritas, es algo que me halaga pero que no comprendo. Acabo de leer un libro de título El juego del ángel, lo que en él se cuenta y cómo se cuenta sí que puede llevar a echar en falta al autor, el pecado de la envidia (nada sana por cierto) me ha corroído desde la primera página del libro, pero aún así sigo echando en falta esos pequeñitos destellos de inspiración que a veces me asaltaban.
Sé positivamente que el autor que se llama Carlos Luis Zafón no retiene ni usa mi inspiración, tiene la suya propia mucho mayor y más asentada que la mía, es por eso que vuelvo a recurrir a los escasos atrevidos que entran en este blog.
Hago un llamamiento a todos los que navegáis por el ciberespacio o incluso por el espacio real y callejero, si veis una chispita mariposeando por ahí, meneándose con coquetería y murmurando palabritas os agradecería hablarais con ella, que le dijerais que la echo en falta, que no es necesario que permanezca anclada a mi lado, que tiene libertad de viajar pero que de vez en cuando recale en mi puerto y me regale cuatro susurros, que estoy harta de que mi teclado sea un cúmulo de letras amontonadas sin sentido, que me devuelva mi teclado de palabras y frases.
Gracias a todos