Una vez más queda demostrado que mi relación con los bichos electrónicos no es buena, nada buena, me odian, me rechazan y hacen todo lo posible por dejarme en ridículo.
Había en mi casa una tele que pasó de la caja de cartón a su lugar enfrente del sofá y de nuevo a la caja de cartón ante mi incapacidad para convencerla de que cumpliera con su labor, no le daba la gana de ponerse en marcha cosa que hizo de forma exageradamente rápida cuando los musculosos muchachos que me la trajeron se lo ordenaron, machacaron con un dedo gordo, muy gordo por cierto, una tecla del mando a distancia y la estúpida de la tele se puso en marcha, le di yo a la tecla y que si quieres arroz catalina.
Había desistido de convencerla por lo que la metí otra vez en la caja. Durante varios días la caja se convirtió en un perfecto rascador para mis gatos, tanto así que ayer por el agujero que habían practicado ya se veía la cara plana negra y estúpida de la tele.
Mª José, una amiga que viene de vez en cuando vino ayer y cuando vio el panorama me convenció de sacar la tele de su prisión cartonera, porque, me dijo, “tendrá’que lleval’la a repará antes de habel’la usao atontá”.
De manera que nos arremangamos y volvimos a ponerla sobre el mueble del comedor.
La miramos, la estudiamos, hablamos en voz baja entre nosotras (no fuera caso que doña tele se molestara) y finalmente nos decidimos a darle al botón mágico que dice “on” y… nada, siguió ciega, sorda y muda, volvimos a mirarla por delante y por detrás, comprobamos las pilas del mando, (son nuevas) comprobamos el enchufe (no fuera caso que no llegara electricidad).
Mi amiga llamó a su marido “pixa que etto no va, ssssi ya lo hemo mirao (es andaluza ¿se nota?)Que siiii, que son nueva la pilas, ¿qué hasemo? ¿Por ande la miramo? ¡claro que hay lu pixa! Que semos muhere no tontas. Pos sí que m’has servio tu de muxo, y colgó.
Fuimos a la cocina y nos tomamos un cafelito para aliviar la tensión y darle tiempo a doña tele a reflexionar. No sé lo que ella reflexionó pero nosotras reflexionamos que lo mejor era meterla otra vez en la caja y dar la vuelta a ésta para que los gatos siguieran con su labor por la otra cara con la esperanza de que antes de que sus uñas llegaran a la tele hubiéramos encontrado una solución.
Cogimos cada una por un lado el maldito trasto, no porque pese sino por el tamaño que excede el de nuestros brazos y a medida que nos acercábamos a la caja de cartón nos dimos cuenta de que el cable no seguía nuestro camino, se había quedado enamorado del enchufe y pegado a él.
Miramos el culo de la tele y efectivamente el cable eléctrico se había soltado de ella, retrocedimos le dimos por el culo a la tele con su propio enchufe, respiramos hondo, le dimos al on y……¡la tele funcionó!
¿Por qué ponen cables que se pueden salir de su sitio? ¿Por qué? Semanas sintiéndome una inútil para descubrir finalmente que lo soy.
Odio los bichos electrónicos y la dependencia que tenemos de ellos.