CRONICAS DE LO ABSURDO



Habitantes de nuestra brillante Villa y Corte Virtual, un caso altamente absurdo se ha producido dentro de nuestras murallas.
Como todos sabéis nuestra ciudad está rodeada de campos en los que esforzados agricultores plantan sus sabrosas frutas y verduras, pues bien tiempo atrás alguno de nuestros conciudadanos decidió que el precio que se paga por ellos en el mercado de abastos debía reducirse hasta el cero absoluto por lo que entró subrepticiamente en varios de estos campos y se adueñó de una parte de la cosecha.
Con gran alharaca dispuso un tenderete en el cual regalaba todo aquello que había sustraído sin permiso, se formó una gran algarabía y muchos de nuestros vecinos acudieron a tan inusual evento con la esperanza de hacerse con uno o varios de los frutos fraudulentamente adquiridos, sólo una advertencia instaba la necesidad de consumir los productos antes de las 24 horas de su adquisición y de no ser así había que tirarlos.
Gran eco tuvo este evento y en días posteriores otros tenderetes hicieron su aparición de forma y manera que nuestra villa se vio invadida de gentes que regalaban los frutos de la tierra tan afanosamente cultivados por otras personas.
Pero hete aquí que el absurdo llegó a su cúspide cuando un ciudadano cuidadosamente oculto bajo una careta carnavalesca se acercó a unos de los tenderetes y gritó “estas manzanas no las ha robado éste, se las ha robado al que primero las robó, mirad mirad como se ven las marcas de las uñas, son las uñas del primero que asalto los huertos”, siguiendo su ejemplo otros muchos se carnavalearon y corrieron de tenderete en tenderete acusando a unos y a otros de robar lo ya robado por otro, “esta manzana está macada ¿cómo os atrevéis a regalar cosas de tan bajo nivel?” gritó otro, “estas uvas tienen pepitas ya que las regaláis podrías quitárselas al menos” aulló otro más, y así siguieron quejándose y creando discordias.
A todo esto los labriegos seguían con la ardua tarea de abonar y cuidar sus campos para que produjeran las mejores frutas y verduras que día tras día y noche tras noche les eran saqueadas, pero no se quejaban ya que el colmo del absurdo era que algunos de los tenderetes que regalaban sus productos, primero se los compraban a ellos para luego en un gesto de generosidad inusual regalarlos a sus convecinos.
Pero cuando el absurdo supera ciertos límites deja atrás la cordura para adentrarse en lo irracional y los mismos que se beneficiaban de la gratuidad y generosidad de los tenderetes instigaron peleas, murmuraron falsos ataques entre tenderetes, inventaron ofensas inexistentes y gritaron a pecho abierto las supuestas traiciones que unos tenderetes infligían a otros. Todo ello fruto de una necesidad perversa de contemplar la ajena destrucción.
Como resultado de tan cruento y anónimo hostigamiento muchos de los tenderetes cerraron sus puertas y gran parte de los ciudadanos que pacíficamente se acercaban a coger sus raciones diarias de frutas y verduras gratis tuvieron que acudir de nuevo al mercado de abastos y pagar el precio que legal y cabalmente pedían los agricultores.
Los carnavalescos anónimos que propiciaron tan absurda guerra siguen pululando por las plazoletas del pueblo en busca de nuevas víctimas a las que infectar con sus venenosas lenguas putrefactas, nadie sabe quiénes son,  se bisbisea que puede ser cualquiera de tus vecinos, incluso tu ser más querido pero su anonimato es tal que nada se adivina tras sus ropajes y sus caretas.
Queridos y fieles lectores de estas Crónicas, acaso la edad está dejando huella en mi pero este suceso me recuerda algo acontecido en tiempos no muy lejanos y que creo recordar afectaba a tabaquistas y desempaquetadores, no me lo tengáis en cuenta mis cansados ojos tal vez ven fantasmas y mi atareada pluma quizás confunde unos con otros.
De todas formas aquí seguiré siempre al pie de la noticia para informaros como sólo vosotros merecéis, con rigor y veracidad.