Alo, alo, a lo mejor os puedo contar una receta de verdad, si la loca de la cocinera acaba por dormirse, le he encasquetado una caja entera de Valeriana pero se resiste la muy bruta.
Yo empiezo a ver si hay suerte.
Tendréis que disponer de varias cosas: fideos de los de agujerito, los más gordos, costillas de cerdo cortadas en cachitos ni muy grandes ni muy chicos (¿a que soy específica?), ajos, tomate frito, caldo hecho en casa, de brik o hecho con pastillas, no me diréis que no os lo pongo fácil, un vaso de vino tinto o una copita de coñac a vuestra elección
En una sartén con aceite freír las costillas, cuando estén doraditas añadís el vino o coñac y lo dejáis un ratito a fuego medio, hecho lo cual apartáis la sartén del fuego.
Cortáis 2 o 3 ajos en láminas y los rehogáis en una cazuela con un poco de aceite hasta que se doren, si queréis los podéis quitar si no os gusta encontrarlos luego en el plato, añadís el tomate y las especias que os apetezca, yo acostumbro a poner un polvillo de curry y otro de pimentón dulce, le dais un par de vueltas y volcáis las costillas con todo el juguillo, otro par de vueltas y ponéis el caldo.
Si usáis olla a presión la cerráis con todo menos los fideos y la dejáis cinco minutos desde que empiece a chiflar.
Si lo hacéis con cazuela tradicional, la tapáis y ponéis el fuego muy bajito, cuando al coger una costilla se separe la carne del hueso es que están a punto.
Sólo queda añadir los fideos y cocerlos al dente.
Bueno si queda otra cosa que hacer, ¡Comerlos!
Como veis no doy medidas, en mi casa se cocina a ojo, lo de las medidas queda para los expertos.
Una cosa importante, poned pan en la mesa porque es un plato que invita a mojar.